Jockey, horseman, and now a successful owner at Gulfstream Park.
The journey has been extensive for Deudis Peña Mora, one of many Venezuelans who, after showcasing their talent in Caracas, had to broaden their horizons and reconsider their careers in the United States. Successful as a jockey, having won the Apprentice Jockey of the Year title at Hipódromo La Rinconada two decades ago, an occupation that allowed him to race in at least a dozen racetracks, achieving victories at most of these venues.
«In Venezuela, I was able to win nearly 300 races over about five years,» recalls Peña Mora, who is now 43 years old and received support in his professional development from prominent figures in Venezuelan horse racing. «Although I had been a runner-up at Ciudad Bolívar Racetrack (Province), when you come to the capital, nobody knows you. But from the very beginning, I began to ride horses for trainers like Julio Ayala, Daniel Pérez, and Antonio Bellardi,» he mentioned. These trainers are among the most successful in Venezuela.
Victories came quickly, and the Caracas native soon raced for traditional stables like those of Guido Vitale and Peggy Azqueta from Chivacoa. «I rode good horses like Rayil, trained by Daniel Pérez,» he mentioned. In 2006, he decided to embark on a journey to Miami, trying his luck in an area where other Venezuelan jockeys, such as Douglas Valiente and Eibar Coa, had become true stars. «I had the support of Giuseppe Iadisernia, initially settling at Calder and then moving to other states like New York, Maryland, and Boston. Thank God, I managed to win races everywhere,» he said.
After concluding the 2008 season, Peña Mora decided to return to Venezuela, but an accident affected his legs, forcing him to retire from racing for five years. «I tried to ride at La Rinconada between 2013 and 2014, but I didn’t get many opportunities, and the economic crisis was already hitting hard, so I returned to the United States in 2017, back to Florida, working as an exercise rider for three years with José Francisco D’Angelo, who provided me with all his support, even to the point of bringing my wife to this country.»
However, another stage as a jockey was still to come for the Venezuelan, and it happened in the northern part of the country. «I went to race in Oregon, near Canada; I was in Grants Pass. I also raced in Colorado and Arizona. Another experience was in Wyoming, where the owners and trainers are Seminole Indians. They have their own customs and traditions. «People with a lot of money, yet so respectful. They offer a real lesson in humility,» he recounted.
Versatile
The world of horse racing offers many opportunities, and for this retired jockey from Venezuela, opportunities abound. While making a living as an exercise rider in the mornings, he also ventured into horse ownership. «It was this year that I took the plunge, and it has been a fruitful experience. With just two horses, we have won four races. It fills me with pride because Gulfstream Park is very competitive,» he reflects.
Having a keen eye for selecting horses and collaborating with people who know the business combine to achieve such results. «I’m with Paul Valery, who is quite a character, a man with a lot of experience. A very good person inside and out. The support of Eduardo Castro is also important,» he appreciates two trainers, both Venezuelans. The first won the Clásico del Caribe with The Brother Slew, held at the same venue.
«Having a horse like Rare Jewels translates into satisfaction. Winning three races in just five starts is very gratifying, even more so when enjoyed with family,» he said, referring to the added value when his wife Jenny and their daughters Adriana Antonella and Enmanuella go to the racetrack to give carrots to the horses. «Having them come to the races, as well as many friends who know what I’m getting into and come to offer their good vibes, are truly invaluable moments,» he said.
Now his hopes revolve around a filly by Uncle Mo. «I’m with Paul Valery, taking it step by step, with high hopes for what’s to come,» he says, never forgetting the role of racehorses in his life. «They have provided me with the means to support my family. I always wondered why they run so fast. Later, I understood that it’s in their blood. You have to respect them and even admire them for what they do. We help them in the stable, but they are the stars on the track, for all the effort they give,» he concluded.
Note’s Spanish
Deudis Peña Mora, un multifacético de la hípica
Jinete, galopador y ahora propietario con éxito en Gulsftream Park
El recorrido ha sido extenso para Deudis Peña Mora, uno de tantos venezolanos que luego de mostrar su talento en Caracas tuvo que abrir horizonte y replantearse en Estados Unidos. Exitoso como jinete, al conseguir el Título de Aprendiz del Año en el Hipódromo La Rinconada, hace ya dos décadas, un oficio que le ha permitido conocer al menos una docena de hipódromos, visitando el círculo de ganadores en la mayoría de estos recintos.
“En Venezuela pude ganar cerca de 300 carreras, durante unos cinco años”, recuerda quien actualmente tiene 43 años de edad y que recibió el apoyo en ese proceso de formación de profesionales que son referencia obligatoria de esa hípica de antaño. “Aunque había sido sub campeón en el Hipódromo de Ciudad Bolívar (Provincia), llegas a la capital y no te conoce nadie. Pero, desde un primer momento, le comencé a galopar sus caballos a Julio Ayala. También a Daniel Pérez y Antonio Bellardi”, menciona Peña Mora, algunos de los entrenadores más exitosos de Venezuela.
Las victorias aparecieron y rápidamente el caraqueño vistió colores de caballerizas tradicionales como los de Guido Vitale y Peggy Azqueta del Chivacoa. “Corrí buenos caballos como Rayil, entrenada por Daniel Pérez”, mencionó quien decidió, en 2006, emprender viaje a Miami, y probar suerte en una zona donde otros jockeys venezolanos -como Douglas Valiente y Eibar Coa- habían sido verdaderas estrellas. “Tuve el apoyo de Giuseppe Iadisernia, estableciéndome primeramente en Calder y luego fui a otros Estados como New York, Maryland, Boston. Gracias a Dios, en todos, logré ganar”, señaló.
Peña Mora al concluir la temporada del 2008, decidió regresar a Venezuela pero, un accidente le afectó sus piernas y debió retirarse por cinco años de la actividad. “Intenté montar en la Rinconada, entre 2013 y 2014, pero no recibí muchas oportunidades y la crisis económica ya se sentía con fuerza, así que regresé a Estados Unidos, en 2017, de nuevo a Florida y trabajando como galopador, por tres años, con José Francisco D’Angelo, quien me brindó toda su ayuda a tal punto de lograr traer a mi esposa a este país”.
Sin embargo, para el venezolano aún estaba por venir otra etapa como jockey y se dio al norte del país. “Fui a correr a Oregón, cerca de Canadá, allá estuve en Grants Pass. También estuve en hipódromos de Colorado y Arizona. Otra experiencia fue en Wyoming, donde los propietarios y entrenadores son indios Seminoles. Que visten y tienen sus propias costumbres. “Gente de mucho dinero, y a la vez, tan respetuosos. Ofrecen una verdadera lección de humildad”, narró.
Multifacético
El mundo de las carreras da para todo y llegado el retiro como jockey para este venezolano, las oportunidades no escasean. Mientras se gana la vida como galopador en las mañanas, también incursiona como dueño de caballos. “Fue este año que me aventuré y ha sido una experiencia fructífera, con solo dos ejemplares, hemos ganado cuatro carreras. Es algo que me llena de orgullo, porque Gulsftream Park es muy competitivo”, reflexiona.
El buen ojo para escoger y unir esfuerzos con gente que conoce el oficio se combina para obtener tales resultados. “Estoy con Paul Valery, quien es todo un personaje, un tipo de mucha experiencia. Un hombre muy bueno, por dentro y por fuera. También importante el apoyo de Eduardo Castro”, agradece a dos trainers, ambos venezolanos, el primero es ganador del Clásico del Caribe con The Brother Slew, disputado en este mismo recinto.
“Tener un caballo como Rare Jewels solo se traduce en satisfacción. Ganador de tres carreras en solo cinco actuaciones es algo muy gratificante, aún más si se disfruta en familia”, precisó sobre ese valor agregado cuando su esposa Jenny y sus hijas Adriana Antonella y Enmanuella acuden al hipódromo para darles zanahorias a los caballos. “Que vengan a las carreras, así como muchos amigos que conocen en lo que estoy incursionando y se acercan para ofrecer sus buenas vibras, son momentos realmente invalorables”, refiere.
Ahora su ilusión gira en torno sobre una potranca hija de Uncle Mo. “Estoy con Paul Valery, llevándola poco a poco, con mucha esperanza de lo que está por venir”, dice quien no deja de agradecer al caballo de carreras. “Me ha dado el sustento para formar a mi familia. Siempre sentí curiosidad por saber por qué corren tan rápido. Luego comprendí que es por su sangre. Hay que guardarles respeto, también cierta admiración, por lo que hacen. Uno los ayuda en el establo, pero son ellos los protagonistas, por todo el esfuerzo que dan en la pista”, concluye.